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Queridos amigos, les adjunto un artículo muy personal sobre el tema de los homosexuales. Pueden difundirlo como quieran. Es una forma de compartir con ustedes estos días santos.
Les invito a consultar mi blog: www.jlcaravias.com
Agradecido
José L. Caravias
Homosexuales
y Jesús
José L. Caravias sj
Semana Santa 2012
En mi ya larga
experiencia de acompañante en ejercicios espirituales, de vez en cuando escucho
con respeto y admiración a diversas personas que se me presentan como
homosexuales. Suelen ser ánforas rebosando sufrimiento. Terribles latigazos de
desprecio han dejado profundas heridas en sus vivencias. Muchos “religiosos”
les han atormentado sistemáticamente con la picana de que viven en pecado mortal
y que tienen que corregirse si quieren estar bien con Dios. Y ellos repetidamente
se dieron de bruces contra el muro de su realidad.
Muchos no
quieren “ser así”. Pero en la mayoría de las veces cuanto más se esfuerzan por
cambiar, más se hunden en sus “arenas movedizas”… Los he sentido fracasados, desilusionados,
sin horizontes…
Cuesta
muchísimo sanar sus complejos de fracasados y condenados. ¡Pero sé que se
puede! He experimentado el gozo de descargarles esos pesados estigmas con que
tantos les habían aplastado. ¡El gozo de que no viven permanentemente en pecado
mortal! ¡La alegría desbordante de sentir a Dios como ese papá amoroso y
comprensivo que quizás no tuvieron! Siento en esos momentos a Jesús descargando
culpabilidad a aquellos leprosos de Palestina que eran machacados como
castigados para siempre por Dios…
Me duelen también
los resentidos que nunca se acercarán a un sacerdote. Muchos, a veces mayorías,
rechazan con rabia la fe en ese dios siempre enojado con ellos, que les exige
cambios radicales en su forma de ser. Tienen razón en tirar por tierra esos lastres
tan pesados. Pero a veces se entregan, desenfrenados, a orgías de sus
tendencias… Se pueden hacer mucho daño a sí mismos y a otra mucha gente. Y me avergüenza
que quizás gente de Iglesia sea en parte responsable de sus desesperaciones y
sus desórdenes… ¡Me siento solidariamente culpable!
Yo no soy
profesionalmente sicólogo, pero leo y consulto todo lo que puedo sobre el tema.
Y mi ser cristiano se revela con indignación ante tantos llamados cristianos
que, desde una supina ignorancia, desprecian con crueldad y sin remisión a toda
persona homosexual. Fariseos, que atan pesados fardos sobre los hombros de los
débiles y ellos no mueven un dedo para ayudarles.
Hay papás que
tratan muy cruelmente a sus hijos cuando “le salen” homosexuales, cuando quizás
ellos podrían ser una causa importante del problema si nunca les mostraron
cariño cercano cuando eran bebés… Ciertos clérigos o maestros desprecian con
rabia a los homosexuales quizás porque sienten la refracción de sus propias
tendencias inconfesas… Los que se ponen furiosos cuando se intenta hablar con
seriedad de la homosexualidad, puede ser que lo que temen es descubrir ciertas
tendencias suyas que no se atreven a mirar de frente…
Conocer lo que
es la homosexualidad, estudiar sus causas y efectos, de ninguna manera puede
ser tildado de “fomento de la homosexualidad”. El conocimiento serio y sensato
es el camino para saber orientar la educación afectivo-sexual y buscar caminos
de madurez.
Estoy
convencido de que la educación afectivo-sexual se realiza básicamente durante
los primeros años en el seno de la propia familia. Nada más importante que los
niños se sientan solidariamente muy queridos por papá y mamá. Y aun más
importante que experimenten que su papá y su mamá se quieren entre sí de forma
indestructible.
Después de
mucho leer y consultar a expertos, entiendo que, por causas desconocidas,
existen algunos homosexuales de origen genético y éstos jamás podrán cambiar
sus tendencias. En esos casos es muy cruel exigirles cambiar lo que no se puede
cambiar… Sería como exigir a un manco de nacimiento que aprenda a usar la mano
que no tiene…
Otros muchos
sienten de forma también indeleble tendencias homosexuales porque de bebés y
niños pequeños no tuvieron cerca de sí a un varón que les diera cariño sincero.
Si en los primeros seis años de vida no sintieron intensamente un amor paterno,
puede ser que no pudieran desarrollar sanamente su afectividad… En los primeros
años de vida es imprescindible sentir el cariño cercano de un varón con el que
identificarse o complementarse, según sea niño o niña. En el caso de madres
solteras ese papel lo cumplen a veces muy bien los abuelos o algún miembro
cercano de la familia.
Casos muy
dolorosos son los de niños y niñas abusados sexualmente. Son muchas las vidas
atormentadas por este terrible secreto. Y no es nada raro que su vida sexual se
haya convertido en un tortuoso trastorno. Es cruelísimo despreciar a priori a
homosexuales sin conocer para nada los muchísimos recuerdos terroríficos que pudiera
ser que les estén atormentando cada día.
Experiencias
sexuales frustrantes en la adolescencia pueden causar también rechazos hacia el
otro sexo. Pero en estos casos, si la formación afectivo-sexual en la infancia
fue buena, una debida terapia y nuevas experiencias gratificantes, pueden
ayudar a recuperarse de las experiencias negativas.
Constatamos
que hay muchas clases de homosexualidad. Sicólogos y pastoralistas tenemos que
saber detectar cada caso. Para ello hay que saber escuchar mucho, sin
prejuicios. Y si es necesario, derivar a especialistas. Pero lo que no se puede
hacer es hablar por boca de burro. No, la flauta nunca sonará bien por
casualidad.
Lo peor de
todo es despreciar a priori. Ellos son personas, hijos de Dios, con derechos y
obligaciones. Jesús atendió de forma especial a los despreciados… Destacó su
cariño hacia las mujeres, los niños, los lisiados, todos profundamente
despreciados en su ambiente. Llegó a afirmar que las prostitutas estaban más
cerca del Reino de Dios que los piadosos fariseos… ¿Diría hoy lo mismo sobre
los homosexuales? Yo pienso que sí…
Aquellos
despreciados de su tiempo no se solían acercar a la gente piadosa, porque de
ellos sólo recibían desprecios e insultos, y además “en nombre de Dios”. Pero a
Jesús sí que se acercaban, esperando su comprensión y misericordia. ¿Qué verían
en sus ojos y en sus gestos? ¡Comprensión y cariño!
Jesús no se
metía donde no lo llamaban. Es maravilloso su respeto a la libertad y a la
dignidad de cada persona. Pero bastaba un atisbo de esperanza en los ojos de un
desvalido para que él le abriera sus brazos de par en par.
Mucha gente
juzga a los homosexuales por el mal comportamiento de algunos de ellos. Pero
ejemplos desastrosos tenemos en todos los ambientes. Hay muy malos maridos, muy
malos padres, muy malos profesionales, muy malos sacerdotes…, pero no por eso
tenemos derecho a despreciarlos a todos. Es muy injusto realizar juicios en
bloque. Cada caso es personal. El ejemplo de Jesús es definitivo…
¿Qué nos pide
Jesús hoy ante los homosexuales? Yo pienso que nos pide mucha más seriedad, que
rompamos moldes prefabricados, que conozcamos a fondo el problema, y analicemos
con respeto cada caso; que estemos siempre dispuestos a escuchar y ayudar… Que
veamos en cada uno de ellos a un hijo de Dios, profundamente despreciado,
quizás ante sí mismo. Que Papá Dios nos ruega que sepamos presentarle su rostro
amoroso. Que seamos conscientes de que en cada uno de ellos sufre el mismo
Jesús, y en ellos él espera nuestra comprensión y ayuda cercana.
También para los
homosexuales de hoy tiene Jesús “Buenas Noticias”. ¿Sabemos nosotros dárselas?
Mucho nos falta aun que caminar… Mucho que corregir e investigar con seriedad.
Hasta ahora, la mayoría de las veces, les cerramos la esperanza… Tenemos que saber
abrir caminos nuevos en los que les espera Jesús… ¿Les cerramos esos caminos
los que nos llamamos cristianos? ¿Somos de aquellos que cuelan mosquitos y tragan
camellos? A vino nuevo, odres nuevos…
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